jueves, 19 de marzo de 2009

Apariencias

Sinopsis: Apariencias, es un relato escrito por Francisco Fernández que será adaptado a cortometraje bajo la dirección de David Turpín. La trama de la historia se basa en la apariencia, donde todo es quimera, como la vida de las dos protagonistas, Natividad y Candela.


Relaciones de pueblo. Natividad, Maruja y Leocadia.


Sale la Maruja, con prudencia de embustera.

- Buenas tardes Natividad, ¿qué es de tu vida? No se te ve el pelo chiquilla.
- Hola Maruja, si es que no paro en la casa - nerviosa.
- Y lo que no es la casa...- dice con intención.
- Maruja no empieces que ya te veo venir.
- Que Dios me perdone, si yo no soy mujer de meterse en la vida de nadie, es sólo curiosidad, como todas, sólo que yo te pregunto, porque tenemos confianza, ¿o no la tenemos? Pues ya esta.
- Cada cosa en su tiempo vecina.
- Hija es que me mata la espera ¡yo no sé qué temes que no te lo vamos a quitar!


En la casa de enfrente, de paredes negras y ventanales altivos, se escucha un segundo chasquido de cerrojo. La imagen imponente de la vieja Leocadia, de fuego en el mirar, traspasa el quicio de la puerta inundando la calle de un aire supersticioso y atosigado.


- Si es que no se le pueden pedir peras al olmo. A mi eso me huele a chamusquina.
- Ha tardado usted en abrir la boca doña Leocadia ¡Cállese ya que trae mal augurio! - alzando la mano.
- Cállate tú, que más vale callar que hablar bien - tajante, con el dedo en alto.
- Si es que el que come...no se acuerda del que no come, y no todo el mundo ha tenido tanta suerte come usted doña Leocadia, que tiene a su hija bien criada y bien colocada, viviendo la vida en "Los Madriles" - refina la voz con burla.
- Nada gratuito, a la mujer y a la mula, mano dura - gruñe golpeando el bastón contra el suelo - En mi casa suena todos los días el teléfono, porque se interesan por mí, y si no vienen más es porque no pueden. Pero a esa no la llama nadie, porque está mas sola que la una.
- Natividad tu no le hagas caso que ya sabes como es y la lengua que tiene ¡hasta los huesos me duelen de escucharla! - se toca las piernas.
- Déjalo estar Maruja, si yo ya me voy a mi casa. Anden ustedes con Dios - se mete en la casa y cierra la puerta.
- ¿Y en qué coche ha venido ese hombre? Porque de la ciudad no habrá venido andando.
- Doña Leocadia, parece mentira que no sepa usted como está el aparcamiento en el pueblo, el pobre hombre se habrá ido allí al cerro a aparcar.
- Que mal hace la soledad a la perra que no la busca, esa es perra sin dueño - con cara de desprecio.
- ¡Si es que tiene una mala follá usted! Cállese ya y métase para su casa mujer ¡ay si las paredes hablaran! - con la mano abierta y los ojos de par en par.

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